Llega
la fiesta de todo santos y la muerte está confundida
pues
no encuentra el camposanto entre tanto pueblo en ruinas.
Le
han salido al paso gendarmes, rateros y comitivas
exigiendo
como donación, su túnica con todo y calaveritas.
Indignada
por el trato, la muerte tuitea enojada:
¿Qué
hacen aquí los diablos agandallando la capa ajena?
El
festejo del día de muertos es para solidarios pobladores
no
para candidatos ambiciosos y políticos chillones.
¡Ay
mi gente!, la parca al ver la partida presupuestaria
se
levantó y gritó: ¡qué austeridad ni que la fregada!
Si
me recortan el baile, la fiesta y la ofrenda,
no
digo robo, ¡a todos se los lleva la tiznada!
Con
la parca como juez frente al Congreso y el gabinete,
todos
juran que son santos y al pueblo siempre obedientes;
así que
para salvar el cuero, el hueso y la imagen política
han
dispuesto desfiles de lujo, para el pueblo y doña catrina.
Aclaradas
paradas en cuestión de autoridad y clases,
la
muerte exige solución a vacíos institucionales y sus fraudes;
y
para acabar los contratos millonarios con empresas patito
quiere
un político fuera, no menos, pide como mínimo cinco.
La
parca estalla en risa y se baña en aguardiente
con
eso del fiscal a modo, le da por pelar los dientes;
no
importan que escondan entre palabrería y trinquete
porque
aquello del voto secreto, sólo lo tiene la muerte.
Despedida…
Ya
me retiro a la fiesta mi pueblo, la parca me lleva de intérprete.
No
me hago del rogar, igual me la ofrece de independiente.
Me
voy rumbeando con los de Paideia entre versos de tinta inocente
porque
la calaca les concedió, ser la pluma crítica eternamente.
Twitter: @Larisa_Peva