11/5/16

[Libro. 2016] Temas jurídicos para tiempos no jurídicos

Temas jurídicos para tiempos no jurídicos, es el libro más reciente del Dr. Silvino Vergara Nava, quien es una de las plumas destacadas en PaideiaMx, dicha obra está estructurada en 4 partes, a saber:
·        FILOSOFÍA DEL DERECHO Y DERECHO CONSTITUCIONAL     
·        SOCIOLOGÍA JURÍDICA 
·        DERECHO ADMINISTRATIVO Y FISCAL      
·        APÉNDICE LA ANOMIA DEL PAGO DE LOS IMPUESTOS Y EL FRACASO DE LA PENA PARA EXIGIR SU CUMPLIMIENTO     
Cada una de las cuales se acompañan de textos interesantes y altamente reflexivos, que vale la pena leer y analizar.
Les compartimos el prólogo, que sin duda les provocará a recorrer sus 509 páginas.




Prólogo

¿Qué es la profundidad? Porque, en materia de piscinas, me queda claro: Si no es suficiente y me zambullo, pues me mato o me hiero gravemente. Y en lo que hace a las fosas marinas, donde yacen impertérritos detritos de una humanidad arrogante, buques, aviones y armas letales, puedo medirla a detalle, empleando modernos artilugios.
Pero… ¿y en lo que hace al discurso? ¿Y en el campo del pensamiento? ¿Cómo puedo calificar una opinión de superficial si carezco de cualquier medio objetivo de mensura? La teoría de la evolución, en su versión darwiniana de 1859, es sencilla hasta el asombro. ¿Es por ello superficial? Entonces, ¿cómo puede ser que nadie la hubiese postulado antes?
¿Es más profundo lo alambicado, lo farragoso, lo complejo? Entonces, ¿el capital es más profundo que los Manuscritos (y ni hablar del Manifiesto)? Tengo mis serias dudas, y me parece que el Marx que realmente cambió el mundo fue el del Manifiesto y los Manuscritos, y no el esotérico economista del Capital, difícil y pesado como un tratado de alquimia que arrastrase tres o cuatro traducciones.
Dicen y reiteran que la comida rápida es mala y cae como un misil atómico. ¿Es verdad eso? ¿Hay algo más rápido, en materia de comidas, que una manzana? ¿Demora mucho una muy limpia ensalada de verduras? Sin embargo, es difícil que hagan daño. Alimentos de preparación demorada y compleja, en cambio, pueden resultar perjudiciales para muchos. Entonces, ¿lo ruin está en la velocidad del platillo o en su naturaleza?
Mi querido amigo y brillante exalumno de doctorado (de uno de sus varios doctorados, por cierto) en la Universidad de Buenos Aires, el inquieto jurista mexicano Silvino Vergara Nava, se acusa a sí mismo de escasa profundidad en lo que hace a estos jugosos artículos que reúne en el volumen que tú, feliz lector o lectora, has tomado entre tus manos ávidas. Bueno, no le creas.
Yo le desconfié a esta aseveración desde el inicio, porque lo conozco al autor. He estado con él en Buenos Aires, que es mi tierra, y en la mística Puebla, que es la suya. Juntos hemos compartido conferencias, mesas redondas y presentaciones de libros, pero también hemos sentido el peso insondable de la pirámide de Cholula, y hemos comido exquisiteces aztecas al son de mariachis en una noble plaza de arcada. He tenido el honor y el placer de que me presentara a su inteligente y bella mujer, y a su adorable hijita. Así que sé, a fe mía, que de superficial poco o nada tiene.
Este adorador de la cerámica de talavera, este mexicano de alma y hueso, que se enorgullece de sus tradiciones, sus barros y sus bordados, es un homo latinoamericanus por definición antropológica. ¿Y se puede ser superficial y latinoamericano (entiéndase genuina y verdaderamente latinoamericano) al mismo tiempo? Pregunta retórica, si las hay.
Recorrí entonces los trabajos que este libro recopila, algunos de los cuales ya los había leído antes, y mis sospechas se vieron confirmadas. No hay aquí superficialidad. Hay sencillez, que es algo muy diferente. Pero se trata de un pensador reflexivo, movedizo, amplio y humanista, que con espíritu crítico y avidez de dogo hambriento va de cantera en cantera y de todas saca piedra, y a partir de cada piedra talla una escultura.
Pasar las páginas de esta obra es un deleite, un viaje polifacético, polifónico, polisémico y, a veces, también policial, en busca de la enorme dimensión abarcadora de lo jurídico. He disfrutado cada línea y, sin dudas, usted también tendrá esa alegre experiencia, sea o no persona de derecho (que, al fin y al cabo, al menos un poco, lo somos todos).
Ármese, pues, amigo lector, amiga lectora, con las herramientas del ingenio y la aventura intelectual, predispóngase al debate y a la crisis, gran paridora de amaneceres nuevos, y sumérjase en estas páginas que Silvino ha trazado. ¡Vale la pena!

Dr. Ricardo Rabinovich-Berkman
Universidad de Buenos Aires
Noviembre de 2015
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